Aquà­ estoy, solo estoy, despedazado.
Ruge el cielo: las nubes se aglomeran,
Y aprietan, y ennegrecen, y desgajan:
Los vapores del mar la roca cià±en:
Sacra angustia y horror mis ojos comen:
A qué, Naturaleza embravecida,
A qué la estéril soledad en torno
¿De quién de ansia de amor rebosa y muere?
¿Dà³nde, Cristo sin cruz, los ojos pones?
¿Dà³nde, oh sombra enemiga, dà³nde el ara
Digna por fin de recibir mi frente?
¿En pro de quién derramaré mi vida?

-Rasgà³se el velo; por un tajo ameno
De claro azul, como en sus lienzos abre
Entre mazos de sombra Dà­az famoso,
El hombre triste de la roca mira
En lindo campo tropical, galanes
Blancos, y Venus negras, de unas flores
Fétidas y fangosas coronados:
¡Danzando van: a cada giro nuevo
Bajo los muelles pies la tierra cede!
Y cuando en ancho beso los gastados
Labios sin lustre ya, trémulos juntan,
Sà¡ltanles de los labios agoreras
Aves tintas en hiel, aves de muerte.