Cese, seà±ora, el duelo en vuestro canto,
¿Qué fuera nuestra vida sin enojos?
¡Vivir es padecer! ¡sufrir es santo!
¿Cà³mo fueran tan bellos vuestros ojos
Si alguna vez no los mojara el llanto?

Romped las cuerdas del amargo duelo.
Quien sufre como vos sufrà­s, seà±ora:
Es mà¡s que una mujer, algo del cielo,
Que de él huyà³ y entre nosotros mora.