A Mademoiselle Marie

Hay sol bueno y mar de espuma,
Y arena fina, y Pilar
Quiere salir a estrenar
Su sombrerito de pluma.

-«¡Vaya la nià±a divina!»
Dice el padre y le da un beso:
-«¡Vaya mi pà¡jaro preso
A buscarme arena fina!»

-«Yo voy con mi nià±a hermosa»,
Le dijo la madre buena:
«¡No te manches en la arena
Los zapaticos de rosa!»

Fueron las dos al jardà­n
Por la calle del laurel:
La madre cogià³ un clavel
Y Pilar cogià³ un jazmà­n.

Ella va de todo juego,
Con aro, y balde, y paleta:
El balde es color violeta:
El aro es color de fuego.

Vienen a verlas pasar:
Nadie quiere verlas ir:
La madre se echa a reà­r,
Y un viejo se echa a llorar.

El aire fresco despeina
A Pilar, que viene y va
Muy oronda: -«¡Di, mamà¡!
¿Tຠsabes qué cosa es reina?»

Y por si vuelven de noche
De la orilla de la mar,
Para la madre y Pilar
Manda luego el padre el coche.

Està¡ la playa muy linda:
Todo el mundo està¡ en la playa:
Lleva espejuelos el aya
De la francesa Florinda.

Està¡ Alberto, el militar
Que salià³ en la procesià³n
Con tricornio y con bastà³n,
Echando un bote a la mar.

¡Y qué mala, Magdalena
Con tantas cintas y lazos,
A la muà±eca sin brazos
Enterrà¡ndola en la arena!

Conversan allà¡ en las sillas,
Sentadas con los seà±ores,
Las seà±oras, como flores,
Debajo de las sombrillas.

Pero està¡ con estos modos
Tan serios, muy triste el mar:
¡Lo alegre es allà¡, al doblar,
En la barranca de todos!

Dicen que suenan las olas
Mejor allà¡ en la barranca,
Y que la arena es muy blanca
Donde està¡n las nià±as solas.

Pilar corre a su mamà¡:
-«¡Mamà¡, yo voy a ser buena:
Déjame ir sola a la arena:
Allà¡, tຠme ves, allà¡!»

-«¡Esta nià±a caprichosa!
No hay tarde que no me enojes:
Anda, pero no te mojes
Los zapaticos de rosa.»

Le llega a los pies la espuma:
Gritan alegres las dos:
Y se va, diciendo adià³s,
La del sombrero de pluma.

¡Se va allà¡, dà³nde ¡muy lejos!
Las aguas son mà¡s salobres,
Donde se sientan los pobres,
Donde se sientan los viejos!

Se fue la nià±a a jugar,
La espuma blanca bajà³,
Y pasà³ el tiempo, y pasà³ Un à¡guila por el mar.

Y cuando el sol se ponà­a
Detrà¡s de un monte dorado,
Un sombrerito callado
por las arenas venà­a.

Trabaja mucho, trabaja
Para andar: ¿qué es lo que tiene
Pilar que anda asà­, que viene
Con la cabecita baja?

Bien sabe la madre hermosa
Por qué le cuesta el andar:
-«¿Y los zapatos, Pilar,
Los zapaticos de rosa?»

-«¡Ah, loca! ¿en dà³nde estarà¡n?
¡Di, dà³nde, Pilar!» -«Seà±ora»,
Dice una mujer que llora:
«¡Està¡n conmigo: aquà­ està¡n!»

-«Yo tengo una nià±a enferma
que llora en el cuarto oscuro.
Y la traigo al aire puro
A ver el sol, y a que duerma.

»Anoche soà±à³, soà±à³
con el cielo, y oyà³ un canto:
Me dio miedo, me dio espanto,
Y la traje, y se durmià³.

»Con sus dos brazos menudos
Estaba como abrazando;
Y yo mirando, mirando
Sus piececitos desnudos.

»Me llegೠal cuerpo la espuma,
Alcé los ojos, y vi
Esta nià±a frente a mà­
Con su sombrero de pluma».

-«¡Se parece a los retratos
Tu nià±a!» dijo: «¿Es de cera?
¿Quiere jugar? ¡Si quisiera!...
¿Y por qué està¡ sin zapatos?

»Mira: ¡la mano le abrasa,
Y tiene los pies tan frà­os!
¡Oh, toma, toma los mà­os;
Yo tengo mà¡s en mi casa!»

«No sé bién, seà±ora hermosa,
Lo que sucedià³ después:
¡Le vi a mi hijita en los pies
Los zapaticos de rosa!»

Se vio sacar los paà±uelos
A una rusa y a una inglesa;
El aya de la francesa
Se quità³ los espejuelos.

Abrià³ la madre los brazos:
Se echà³ Pilar en su pecho,
Y sacà³ el traje deshecho,
Sin adornos y sin lazos.

Todo lo quiere saber
De la enferma la seà±ora:
¡No quiere saber que llora
De pobreza una mujer!

-«¡Sà­, Pilar, dà¡selo! ¡y eso
También! ¡Tu manta! ¡Tu anillo!»
Y ella le dio su bolsillo:
Le dio el clavel, le dio un beso.

Vuelven calladas de noche
A su casa del jardà­n:
Y Pilar va en el cojà­n
De la derecha del coche.

Y dice una mariposa
Que vio desde su rosal
Guardados en un cristal
Los zapaticos de rosa.