Leà­ estos versos de Ronsard:
«Je vous envoie un bouquet que ma main
Vient de trier de ces fleurs épanouies»,
y escribà­ esto:

Flores? No quiero flores! Las del cielo
Quisiera yo segar!
Cruja, cual falda
De monte roto, esta cansada veste
Que me encinta y engrilla con sus miembros
Como con sierpes,- y en mi alma sacian
Su hambre, y asoman a la cueva là³brega
Donde mora mi espà­ritu, su negra
Cabeza, y boca roja y sonriente!-
Caiga, como un encanto, este tejido
Enmaraà±ado, de raà­ces! -Surjan
Donde mis brazos alas,- y parezca
Que, al ascender por la solemne atmà³sfera,
De mis ojos, del mundo a que van llenos,
Rà­os de luz sobre los hombres rueden!

Y huelguen por los hàºmedos jardines
Bardos tibios segando florecillas:-
Yo, pà¡lido de amor, de pie en las sombras,
Envuelto en gigantesca vestidura
De lumbre astral, en mi jardà­n, el cielo,
Un ramo haré magnà­fico de estrellas:
¡No temblarࡠde asir la luz mi mano!;

Y buscaré, donde las nubes duermen,
Amada, y en su seno la mà¡s viva
Le prenderé, y esparciré las otras
Por su à¡urea y vaporosa cabellera.