Dentro de mà­ hay un leà³n enfrenado:
De mi corazà³n he labrado sus riendas:
Tຠme lo rompiste: cuando lo vi roto
Me parecià³ bien enfrenar a la fiera.

Antes, cual la llama que en la estera prende,
Mi cà³lera ardà­a, lucà­a y se apagaba:
Como del leà³n generoso en la selva
La fiebre se enciende; lo ciega y se calma.

Pero, ya no puedes: las riendas le he puesto
Y al juicio he subido en el leà³n a caballo:
La furia del juicio es tenaz: ya no puedes.
Dentro de mà­ hay un leà³n enfrenado.