Cuentan que antaà±o,-y por si no lo cuentan,
Invéntolo,-un labriego que querà­a
Mucho a un zorzal, a quien dejaba libre
Surcar el aire y desafiar el viento-
De cierto bravo halcà³n librarlo quiso
Que en cazar por el ala adestrà³ astuto
Un seà±orà­n de aquellas cercanà­as,-
Y pàºsole al zorzal el buen labriego
Sobre sus alas, otras dos, de modo
Que el vuelo alegre al ave no impidiesen.

Saliಠel sol, y el halcà³n, rompiendo nubes,
Tras el zorzal, que a la querencia amable
Del labrador inquieto se venà­a:
Ya le alcanza: ya le hinca: ya estremece
En la mano del mozo el hilo duro:
Mas ¡guay del seà±orà­n!: el halcà³n sà³lo
Prendià³ al zorzal, que diestro se le escurre,
Por las alas postizas del labriego.
¡Asà­, quien caza por la rima, aprende
Que en sus garras se escapa la poesà­a!