Llegada la hora del trabajo

¡Ea, jamelgo! De los montes de oro
Baja, y de andar en prados bien olientes
Y de aventar con los ligeros cascos
Mures y viboreznos, y al sol rubio
Mecer gentil las brilladoras crines!

¡Ea, jamelgo! Del camino oscuro
Que va do no se sabe, ésta es posada,
Y de pagar se tiene al hostelero!
Luego serà¡ la gorja, luego el llano,
Luego el prado oloroso, el alto monte:

Hoy, bà¡jese el jamelgo, que le aguarda
Cabe el duro ronzal la gruesa albarda.