No sientas que te falte
el don de hablar que te arrebata el cielo,
no necesita tu belleza esmalte
ni tu alma pura mà¡s extenso vuelo.

No mires, nià±a mà­a,
en tu mutismo fuente de dolores,
ni llores las palabras que te digan
ni las palabras que te faltan llores.

Si brillan en tu faz tan dulces ojos
que el alma enamorada se va en ellos,
no los nublen jamà¡s tristes enojos,
que todas las mujeres de mis labios,
no son una mirada de tus ojos...